Tras la
romanización, ciudades como Cartago Nova propiciaron la llegada de nuevos
habitantes y una nueva reocupación de todo el territorio. La domus en las zonas
urbanas y las villae en los ámbitos rurales son los nuevos modelos de viviendas
en las que los ricos propietarios desarrollan importantes programas
ornamentales.
En Alhama cabe
destacar el mosaico encontrado en los pies de la iglesia, que fechado a
principios del siglo II d.C. está formado de teselas blancas y negras,
presentando un motivo repetido en forma de media luna, denominado pelta, que,
en número de cuatro, se colocan simulando un molinete girando. En la misma domus,
junto al mosaico, se recuperaron pinturas murales con rica policromía
(imitaciones de mármol, motivos geométricos y vegetales) lo que da idea del
grado de refinamiento y poder económico que gozaban algunos propietarios de la
zona.
Fragmento del mosaico, en el que se pueden apreciar las teselas formando
el molinete.
Los romanos
fueron ante todo prácticos. Al conquistar los territorios necesitan construir
una serie de monumentos, obras de ingeniería, etc. Sin embargo, no en todos los
territorios existen buenos materiales, de forma que habrán de utilizar los
materiales que hallen en esa región. Por ejemplo, si no poseen canteras,
deberán de utilizar sillar de piedra y para dichas piedras, necesitarán de
mortero para unirlas. Fundamentalmente prefieren el sillar y el ladrillo, éste
último a partir del S. II debido a que la piedra era difícil de extraer y más
fácil fabricar ladrillos. También utilizarán la madera, fundamentalmente en los
edificios de sistemas arquitrabados.
En este
edificio el material empleado en
su construcción fue el opus incertum, en el que los paramentos se
realizaron con hiladas de piedra irregular trabadas con mortero de cal y arena.
Dicha mampostería estaba recubierta tanto en el interior como en el exterior de
varias capas de fino mortero de cal. También se utilizaron otros materiales
como sillares, y el ladrillo (muy utilizado en el interior de las salas de
baño, sobre todo en los hipocaustos. Se observa la posible utilización
del pie romano en los muros de 90 cm de grosor, con lo cual serían tres pies,
que disminuyen el arranque de la bóveda a unos 45-50 cm.
Alrededor de
todas las salas, la juntura del pavimento con las paredes está protegida con la
típica moldura de media caña y tanto el pavimento (sobre hipocausto de
ladrillo), como el enlucido de los muros es del característico opus signinum
(argamasa de cal y arena con cerámica y teja machacada que le da un aspecto
rojizo).
Pero lo más característico de estos baños son las cúpulas que coronan la
zona del baño medicinal. El material con el que se construyeron dichas bóvedas
fue fundamentalmente el opus caementicium, usando, para ello
la polea y también y también el torno.
Y Para el
exterior se utilizaron placas de mármol, cuya función era la de tapar los
ladrillos, enluciendo la fachada posiblemente procedentes de la cantera de
mármol del Cabezo Gordo.
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